VIVIR EN LA POBREZA O EN LA OPULENCIA.
Pocas son las veces en las que nos paramos a pensar en nuestra vida diaria, lo que supone haber nacido en un determinado país o determinado lugar del mundo.
Las imágenes que aperecen en la tele relacionadas con algunas castátrofes naturales (terremotos, inundaciones, volcanes, huracanes...), las guerras, algunas enfermedades mortales en países subdesarrollados o el hambre, nos hacen tomar conciencia, por unos minutos, de la suerte que tenemos de vivir en una zona en la que no hay pobreza.
Esas realidades que a los pocos minutos olvidamos, no volvemos a pensar en ellas hasta que nuevamente, los medios de comunicación ponen el foco y nos hacen volver la mirada hacia ellas.
Cuando educamos en diversidad, tomamos conciencia de las múltiples situaciones en la que la diversidad está presente, aprendemos a valorarla, a respetarla y reflexionamos de forma crítica, profunda y sistemática, sobre las dificultades que están relacionadas de forma intrínseca y extrínseca con ella.